Periplo Etéreo

Deambulando, encontré sus ojos, aparentemente tímidos; no pude evitar quedar atónito frente al brillo que desprendía su episclera mientras cruzábamos miradas.  Tenía una silueta delicada, casi una escultura perfecta de mujer... nuestros pasos nos acercaban, tanto que pude ver sus labios un poco resecos y pude sentir su aroma a inocencia, 21 gramos querían desasirse en mi, sus movimientos se hacían mas lentos; frente a frente, los dos sonreímos, no se necesita nada más... y como casi siempre, simplemente seguimos nuestro camino hacia ningún dónde, solo quedó una imágen al caer la tarde, pero quizá fue mejor... ahora revolotea el yo enardecido, intentando no perder el tú que se disipa en mi mente, el tú que no se puede ver pero se siente en el éter... y llegamos allí a ningún lado, al elíseo que no nos pertenece.  Ahora camino intentando volver a encontrarla, tal vez esta vez si crucemos palabras.