Era tal vez, tu forma tan voluble de entender la vida, ese vaivén de tus ideas. Así, poco a poco entendí, que lo que más me encaminaba a ti era tu caos. La tempestuosa calma que arrullas, el apacible agobio que llevas contigo.
Y voluntariamente,
caminé hacia el huracán,
mil vueltas alrededor,
conociendo y reconociendo,
eufórico y molesto,
aturdido y jactancioso...
Hasta que de pronto,
entré al ciclón,
justo en medio del tornado
Y hallé en ti
una armonía perenne.
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